Vancouver, la joven ciudad descubierta por un español e impulsada por el ferrocarril

Vancouver, la joven ciudad descubierta por un español e impulsada por el ferrocarril

Que el ferrocarril llegara a Vancouver en 1887 fue una proeza absoluta, pero, sin duda, del todo necesaria. La vegetación, las rocas y la nieve hicieron que la estrategia para determinar las rutas de los trenes se retrasara años y años, sin embargo, así es como nació una ciudad joven donde hay algún resquicio de tótems de los autóctonos que allí vivían cuando el capitán Narváez arribó en 1791, siendo el primer europeo –y español– en pisar aquella tierra.

Miguel Aguiló (Madrid, 1945), director de Política Estratégica de ACS, explica en ‘La necesaria construcción de Vancouver’ –un nuevo libro de la serie dedicada a las ciudades de la compañía– que fue la Canadian Pacific Railway fue quien decidió y construyó el puerto de llegada del ferrocarril y eligió el nombre de Vancouver para la urbe que allí se levantaría. Aguiló comenta que “tras aquel primer momento y toma de contacto, se comenzaron los preparativos y el levantamiento de lo que poco a poco sería Vancouver, a pesar de que tras la II Guerra Mundial no ha cumplido ni un siglo de vida”.

 

Las personas en el centro de la planificación de la ciudad

Otra de las peculiaridades de Vancouver es que la persona está en el centro de la planificación y organización de la ciudad donde, por ejemplo, abundan zonas verdes, una interesante oferta gastronómica, comercial, arquitectónica y artística, aunque no siempre se puede percibir el estilo autóctono en la ciudad presente antes de la llegada de los exploradores.

“Se presenta como un espacio habitable, verde, respetuoso y con una movilidad sostenible. Y, además, es un espacio que escucha a los ciudadanos”, detalla el autor. En este contexto, juega un papel imprescindible la figura de Harry Lash, el director de Planificación Urbanística en el Greater Vancouver Regional District (el Metro actual) e impulsor del The Liveable Región, un plan de ciudad habitable que elaboró tras unos meses de consulta ciudadana, algo hasta entonces inaudito.

“Se nos ocurrió que hay una diferencia entre usar a las personas y preocuparse por ellas, entre obtener ayuda para su propia agenda privada o ayudar a las personas a escribir un nuevo futuro. Es la diferencia entre cooptación y cooperación, entre manipulación y relaciones humanas honestas”, expresaba Lash en su tratado Planning in Human Way (1976).

“Uno de los mayores logros de Lash fue la construcción de un importante consenso público y político en torno a sus ideas que, además, viven a día de hoy”, detalla Aguiló. Propuso una organización de la ciudad a través de “centros urbanos regionales”, es decir, centros conectados por una red de transporte público completa que llevan a los ciudadanos de un lugar a otro de la ciudad.

Un plan sostenible antes de la sostenibilidad

“Una red omnipresente que ha conseguido ser una columna vertebral de toda la movilidad, que antes dependía de la red de carreteras”, apunta. Aguiló aclara también que esto fue un gran avance, ya que se trataba de una “sociedad enamorada del automóvil, por tanto, abrió la posibilidad de cambiar el coche sin desafiar su legitimidad, una medida que gozó de gran popularidad”.

Se puede decir que fue un plan sostenible antes de que se tuviera la sostenibilidad en tantísimo valor como en este momento. “Presentó una oportunidad para salvar los pulmones verdes de la región para la salud y el disfrute de una nueva población en expansión. Pero, además, escuchó a la ciudadanía y la hizo participar, aunque hubiera momentos tensos”, comenta el director de Política Estratégica de ACS.

La alegría de los árboles, las plazas y las calles

Una de las sorpresas de los viajeros cuando llegan a Vancouver es la presencia abundante de árboles cercanos a los edificios. “Los árboles, a bondad de climática, se enseñorean de avenidas, calles y callejones con una profusión de robles, fresnos, castaños, nogales, tilos o cerezos”, explica en el libro.

Vancouver se percibe como una ciudad verde, la vegetación es fundamental y están de un profundo color verde gracias al clima lluvioso y fresco. Destacar, además, que la ciudad se despertó sobre un bosque, por ello sus terrenos son muy favorables para un desarrollo vegetal rápido y diverso. A veces, y se trata de una particularidad muy interesante, los altísimos árboles se ponen en las esquinas de los edificios y compiten en altura. Es una manera de atraer la atención y, de paso, poder trasladarnos a un antiguo bosque primigenio.

El árbol de Eugenia Place es muy especial y, además, una de las cosas más atrayentes y fotografiadas de Vancouver. En medio de mar de torres residenciales del West End está un edificio de 17 plantas en 1919 Beach Avenue que está coronado por una especie de helipuerto donde descansa un gran árbol. Diseñado por Henriquez Partners Architects y construido a finales de los años 80, ganó premios y llamó la atención de todo el mundo.

Las plazas también dan felicidad a ciudadanos y ciudad. Hay decenas de espacios abiertos con naturaleza que tienen un relevante papel en Vancouver y que, con un diseño cuidado, tratan de compaginar el espacio de acceso a los edificios con la de jardín de uso público para disfrute. La vegetación combinada con elementos artificiales forman parte de los edificios y de la calle, de ambos lugares.

Harry Lash: «Debemos usar con más cuidado la tierra que nos queda para las ciudades y los pueblos»

Destaca, por ejemplo, la placidez del Keg Restaurant, al lado del Hotel Sangri-La, donde hay dos plantas: la baja es cuadrada y tiene un supermercado y una cafetería, más una plaza exterior para diversos eventos, un núcleo de ascensores y escaleras de acceso al aparcamiento.

Por su parte, la planta alta está dividida en dos por una diagonal arbolada con un porche, posee dos comedores, un patio bajo el porche y dos terrazas. En el caso de The Cube,en 1333 West Giorgio, está presente un edificio original suspendido por pletinas de acero de un núcleo central y deja libre toda la superficie inferior destinada a los espacios repletos de vegetación.

De acuerdo con Harry Lash, que ha sido uno de los planificadores de Vancouver con más influencia desde su fundación, “si queremos tener éxito, debemos asegurar las áreas verdes a perpetuidad y debemos usar con más cuidado la tierra que nos queda para las ciudades y los pueblos”.

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